La conducta de conciliar el sueño varía según cada niño al igual que los hábitos de sueño. Los patrones son variables: hay niños muy dormilones y otros que duermen poco, unos que se muestran inquietos cuando duermen y otros tranquilos.
El sueño se compone de dos fases: La fase MOR (de movimientos oculares rápidos), la más corta donde el cerebro está activo, y la fase NMOR (sueño profundo), la más larga y tranquila. Cada vez que se pasa de una fase a otra se completa un ciclo de sueño. Al pasar de un ciclo a otro tiene lugar un breve despertar durante la noche. Habitualmente no somos conscientes de esos despertares y, rápidamente, volvemos a quedarnos dormidos.
Hablar de sueño infantil hace referencia al período diurno o nocturno durante el cual los niños descansan, asimilan y organizan lo visto y aprendido, maduran física y psíquicamente. El sueño tiene una función reguladora y reparadora para el organismo.
En ocasiones, los niños no son capaces de conciliar el sueño. En el caso de los bebés, una de las posibles causas es que están preparados para despertarse porque es necesario para ellos. A diferencia de los adultos, en los bebés, las fases de sueño son predominantemente ligeras ya que necesitan despertarse para comer, para alertar de que tienen frío o calor, de que necesitan que les cambien, etc. Otra posible causa es la falta de una rutina para ir a dormir, un hábito que vaya tranquilizando al niño para iniciar la conducta del sueño.
Establecer un horario regular para ir a dormir y despertarse todos los días creando una rutina desde que el niño es pequeño: baño, cena y dormir. Es necesario acostumbrar a los niños a dormir en su cama, solos y siempre a la misma hora.
- Intentar que haga siesta todos los días, sobre todo, hasta los 3 años.
- Ajustar el reloj biológico del niño para que esté cansado cuando llegue la hora de acostarse.
- Crear un entorno adecuado para dormir: una temperatura adecuada, una habitación acogedora, etc.
- Alimentar correctamente para mejorar el sueño. Una carencia vitamínica por comidas poco sanas puede afectar al sueño del niño.
- Fomentar la práctica del ejercicio físico cada día a lo largo del día. Poca actividad física hace que los niños no duerman bien.
- Intentar relajarle antes de irse a dormir contándole un breve cuento para que se centre en la historia que está escuchando.
- Evitar que se duerma frente a la televisión o mantenerle despierto hasta que tenga sueño.
- Si el niño lo demanda, dejar una luz encendida, la puerta entreabierta, o un vaso de agua al lado de la cama.
- No acudir cada vez que el niño llama sin necesidad, intentando ir sólo si existe una razón real como una pesadilla, etc.
Principales problemas relacionados con el sueño infantil
La mayoría de los padres, en algún momento determinado, han sufrido (o sufren) algún tipo de alteración en el sueño de sus hijos. En casi todos los casos estos problemas se deben a una falta de hábitos o por aplicar dichos hábitos de una forma inconstante.
En esta ocasión nos vamos a centrar en las pesadillas y los terrores nocturnos, muy frecuentes en la edad infantil.
Diferencias entre pesadilla y terror nocturno
PESADILLAS | <--> | TERRORES NOCTURNOS |
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Últimas horas de la noche | <--> | Primeras horas de la noche |
Recuerda el sueño de forma detallada | <--> | No es capaz de recordar el sueño |
Se mueve ligeramente y sin sudoración | <--> | Movimiento de brazos y piernas, sudoración, etc |
Está orientado | <--> | Está confuso |
Reconoce a las personas | <--> | No reconoce a las personas que acuden a calmarlo |
Permanece despierto cuando los padres llegan | <--> | El niño sigue dormido cuando llegan a calmarlo |
Orientaciones para que disminuyan las pesadillas
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Orientaciones para reducir los terrores nocturnos
Los terrores nocturnos normalmente desaparecen con el tiempo.
Debemos adoptar una actitud tranquila y de conocimiento del trastorno. Durante los episodios simplemente tenemos que vigilar que el niño no se caiga de la cama o sufra cualquier daño físico derivado de su incorporación de la cama y su estado (recordemos que el niño no está despierto).
- No hablarle ni intentar despertarle.
- Como mucho calmarle acariciándolo, sin hablar.
- Hay que esperar a que el episodio siga su curso natural pero bajo nuestra vigilancia.
de Colegios Ramón y Cajal